Representación de la Virgen de Guadalupe de Méjico, (siglo XVII).
Óleo sobre lienzo con un excepcional marco barroco. Atribuido a Juan Correa y fechado entre 1685-1695. Se trata de una pintura de gran calidad, considerada como de las más notables representaciones de la Virgen de Guadalupe de Méjico. Llegó a la Parroquia de Santa Ana procedente el convento de carmelitas descalzos de Los Remedios.
Juan Correa fue un distinguido pintor novohispano que se dedicó a la exportación de cuadros con la imagen de la Virgen de Guadalupe a España copiados de la obra original. Por lo que podemos decir que, la imagen de Guadalupe de nuestro cuadro está calcada del original y tiene sus mismas medidas., es decir, nos encontramos ante lo que se denomina un “verdadero retrato”, puesto que reproduce fielmente el objeto devocional original.
En el centro del cuadro aparece la Virgen de Guadalupe siguiendo el calco original, rodeada por un ramillete de flores. En las cuatro esquinas se abren cartelas inscritas en óvalos que narran la historia de la aparición de Nuestra Señora a San Juan Diego.
En el óvalo superior del ángulo izquierdo se describe la escena de la aparición de la Virgen al indio Juan Diego.
La segunda cartela situada en la parte superior derecha narra el momento en que Juan Diego huye del encuentro con la Virgen para buscar un médico que pueda curar a su enfermo tío.
La tercera cartela ubicada en la parte inferior izquierda describe el ofrecimiento de las rosas a la Virgen para que las convirtiera en el objeto milagroso con las que estampar su vera efigie en la tilma del indio.
El cuarto óvalo muestra el momento del descubrimiento de la imagen al obispo Zumárraga en el palacio episcopal, mostrando el indio Juan Diego al obispo la tilma con la imagen de la Virgen impresa milagrosamente.
El 9 de diciembre de 1531,Juan Diego, indígena azteca, iba caminando de madrugada desde su pueblo, Tenochtitlan, hasta la ciudad de México para oír la Santa Misa y asistir a la catequesis.Cuando amanecía, al llegar al cerro del Tepeyac al norte de la ciudad de México, escuchó una voz de mujer que lo llamaba por su nombre.Juan Diego comenzó a caminar siguiendo la voz, vio a una Señora muy belleza, cuyo vestido era tan brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: “Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo”.
De inmediato el indio Juan Diego salió corriendo y no paró hasta llegar a la catedral de la ciudad de México. Sin embargo, tras contarle todo lo sucedido al obispo, Fray Juan de Zumárraga, franciscano, no encontró en él ningún apoyo a sus palabras. De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. Fue entonces que la Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje.
Esta vez el obispo, después de escuchar a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.De regreso, por tercera vez, Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, halló a la Señora y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal.
Al día siguiente, lamentablemente, Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.Juan Diego avergonzado por no haber podido acudir a la cita anterior le explicó lo ocurrido. La Virgen le dijo que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. La prueba solicitada se encontraba en la cumbre del cerro.La Señora le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde se encontraba un rosal de Castilla. La Señora le pidió que cortara las rosas, las colocara en su tilma y se las llevara al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumárraga, Juan Diego desplegó su tilma, cayeron las rosas al suelo y en la tilma estaba pintada la imagen de la Señora, que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Todos los presentes se arrodillaron y comenzaron a rezar. Viendo esto, el obispo Zumárraga llevó la tilma con la imagen santa a la Catedral y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio Juan Diego.
Pio X la proclamó como “Patrona de toda la América Latina”, Pio XI de todas las “Américas”, Pio XII la llamó “Emperatriz de las Américas” y Juan XXIII “La Misionera Celeste del Nuevo Mundo” y “la Madre de las Américas”.