Este grupo se reúne los martes de 18:30 a 19:20 h. para orar juntos. Es un grupo abierto donde pueden asistir todos los que lo deseen. Tras la exposición del Santísimo tiene lugar el rezo de vísperas y un momento de silencio para la oración personal.

Coordinadora:

María del Carmen Gato

Rezando los salmos se aprende a rezar.

El Salterio se presenta como un formulario de oraciones, una selección de ciento cincuenta Salmos que la tradición bíblica da al pueblo de los creyentes para que se convierta en su oración, en nuestra oración, en nuestro modo de dirigirnos a Dios y de relacionarnos con él.

En los Salmos se entrelazan y se expresan alegría y sufrimiento, deseo de Dios y percepción de la propia indignidad, felicidad y sentido de abandono, confianza en Dios y dolorosa soledad, plenitud de vida y miedo a morir.

Los dos ámbitos que sintetizan la oración del Salterio son la súplica y la alabanza. Dos dimensiones relacionadas y casi inseparables. La súplica está animada por la certeza de que Dios responderá, y esto abre a la alabanza y a la acción de gracias; y la alabanza y la acción de gracias surgen de la experiencia de una salvación recibida, que supone una necesidad de ayuda expresada en la súplica.

Dado que los Salmos son Palabra de Dios, quien reza los Salmos habla a Dios con las mismas palabras que Dios nos ha dado, se dirige a él con las palabras que él mismo nos da. Así, al rezar los Salmos se aprende a orar. Son una escuela de oración. Se nos dan para que aprendamos a dirigirnos a Dios, a comunicarnos con él, a hablarle de nosotros con sus palabras, a encontrar un lenguaje para el encuentro con Dios. Y, a través de esas palabras, será posible también conocer y acoger los criterios de su actuar, acercarse al misterio de su pensamiento y de sus caminos. (Audiencia BXVI – 22/06/2011)

 

 

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